La vida de los caninos sin hogar está llena de dificultades.
Todos los días, deambulan incansablemente por las calles, olfateando el suelo y buscando restos de comida en cada esquina.
Con expresión de tristeza en sus rostros, luchan por su supervivencia, creyendo que vendrán días mejores.
Dos cachorros hambrientos casi pierden la fe en un mañana mejor.
Los hermanitos se estaban quedando sin fuerzas y arrastraban las patas con la esperanza de encontrar algo para comer.
Cuando los dos peludos se encontraron frente a una tienda, decidieron entrar y pedirles algo de comida a los humanos.
Los dependientes de la tienda se sintieron tristes cuando vieron a dos cachorros desnutridos y muy infestados de garrapatas.
La buena gente llamó a los rescatistas que acudieron enseguida, recogieron a los caninos y los colocaron en su coche.
Con ojos llorosos, los dos hermanos miraron a sus héroes. Parecían haber perdido toda esperanza de cambiar sus vidas.
El equipo de rescate los llevó al veterinario, donde les hicieron un examen médico.
Sintiéndose asustados, los cachorros se acurrucaron uno al lado del otro.
El equipo veterinario se centró en curar las heridas infectadas en sus cuerpos, causadas por picaduras y garrapatas.
Los peludos se sentían débiles y se negaban a comer. El personal los colocó en la misma perrera y los hermanos se apiñaron para sentirse cómodos.
Al día siguiente, el equipo veterinario realizó pruebas de laboratorio. A la cachorra llamada Riba le diagnosticaron parásitos y comenzó a recibir tratamiento.
Como el hermano de Riba se encontraba bien, le dieron el alta del hospital. Poco después, el cachorro encontró su hogar definitivo.
Riba permaneció hospitalizada. La dulce niña todavía parecía triste. Los rescatistas la acariciaron. Querían consolarla y llenar su corazón de esperanza.
La perrita recibió una transfusión de emergencia y empezó a sentirse mejor.
Pasó mucho tiempo descansando en su perrera. Sus cuidadores la atendieron, mimándola con mimo y brindándole cariño.
Riba se sintió segura.
Poco a poco, la encantadora cachorrita fue recuperando fuerzas y energía.
Los cuidadores de Riba se alegraron cuando su niña empezó a correr y jugar con los otros perros.
Los ojos del canino ya no parecían tristes. Riba se sintió segura y creyó que encontraría la felicidad.
La perrita era extremadamente cariñosa y disfrutaba acurrucarse con sus cuidadores. No podía esperar a encontrar a su familia definitiva y darles todo su amor.
Riba se alegró muchísimo cuando su mayor deseo se hizo realidad.
Una joven maravillosa conoció a Riba y se enamoró de ella. Le dio al cachorro el hogar definitivo que siempre había deseado.
De un cachorro asustado y desesperado, Riba pasó a ser un canino alegre que disfrutaba de la vida.
Me siento muy feliz por la perrita y le deseo toda la felicidad del mundo. Ella se lo merece.