Desde el primer momento que te abrazamos, tu sonrisa iluminó nuestro mundo, llenando nuestros corazones de una alegría indescriptible. Cada risa, cada mirada tierna, se ha grabado en nuestros recuerdos, creando un tapiz de momentos preciados que apreciamos.
Tu presencia ha sido una bendición, tu risa una melodía que sigue resonando en nuestros corazones. Aunque pase el tiempo y crezcan las distancias, el amor que tenemos por ti permanece firme y eterno. Te extrañamos profundamente, pero la calidez de tu sonrisa te mantiene siempre cerca, un faro de luz en nuestras vidas.
Gracias, querida niña, por ser la fuente de nuestras mayores alegrías y de nuestros amores más profundos. Tu sonrisa, tu espíritu y tu esencia son tesoros que llevaremos con nosotros siempre. Nuestro amor por ti es ilimitado, nuestros recuerdos de ti son eternos y nuestra gratitud por ti no tiene fin.