Recientemente, un grupo de investigadores de dos universidades estadounidenses, la Universidad de Alaska Fairbanks y la Universidad de Colorado, anunció que habían descifrado el misterio centenario de las “Cataratas de Sangre” en la Antártida.
Descubierto por el geólogo inglés Griffith Taylor (1880-1963) en 1911, el valle de Taylor (llamado así en su honor), en el sureste de la Antártida, se ha convertido en una de las regiones más desafiantes para exploradores y científicos.
En este valle aislado hay una extraña cascada de color rojo como la sangre, a la que muchos científicos llaman “Cataratas de Sangre”. Durante los últimos 100 años se han propuesto muchas explicaciones.
En el momento del descubrimiento, el geólogo Griffith Taylor creía que el color rojo del agua se debía a un tipo de alga. Más tarde, los exploradores y científicos teorizaron que hace aproximadamente 1,5 millones de años, había un lago de agua salada que contenía hierro, que estaba cubierto de hielo.
Nuevo descubrimiento en las Cataratas de Sangre de la Antártida
Pero la historia ha cambiado con el descubrimiento de la investigadora Jessica Badgeley (de la Universidad de Colorado) y la glacióloga Erin Pettit y sus colegas (de la Universidad de Alaska Fairbanks). Utilizando un equipo especializado, los investigadores han descubierto un secreto completamente nuevo en un lago situado a 400 metros bajo el hielo.
Jessica Badgeley explica: “El agua salada roja es un ecosistema de microbios antiguos que han estado atrapados durante millones de años bajo la superficie de la Tierra. A pesar de no recibir luz solar, de que las temperaturas alcanzan los -5 °C y de que la salinidad es tres veces superior a la del agua de mar, estos microbios son unas bacterias autótrofas poco comunes en la Tierra”.
El color rojo de “Blood Falls” es el resultado de la precipitación de óxido de hierro cuando el agua salada que contiene óxido de hierro inestable entra en contacto con el oxígeno del aire.
En verano, la temperatura en la Antártida es más cálida, lo que permite que el agua del lago suba. Por eso, hasta el día de hoy, podemos observar el extraño y constante flujo de las “Cataratas de Sangre”.
La glacióloga Erin Pettit añade: “Con un equipo que escucha los ecos del lago debajo de una capa de hielo de 400 metros de espesor, de manera similar a cómo los murciélagos usan sus oídos para ‘ver’ cosas en la oscuridad, ‘vimos’ lo que estaba sucediendo en este lago salado y oscuro”.
“Es sorprendente descubrir que existe un lago líquido debajo de una capa de hielo congelado que está a menos de 0 °C. Lo interesante es que este lago que contiene hierro es extremadamente salado, lo que evita que se congele. Y ese lago líquido se ha convertido en un ecosistema para que vivan en él antiguas bacterias autótrofas”.
Este descubrimiento ayuda a los astrónomos a evaluar las condiciones de vida en otros planetas.