El Museo Peabody de Historia Natural de Yale alberga el esqueleto de un Archeloп ischyros, reconocido como la tortuga más grande que jamás haya existido.
Esta criatura marina cómoda tenía bopes en forma de engranaje, que funcionaban como placas de bope del estómago que defendían contra las amenazas desde abajo.
Curiosamente, el esqueleto muestra una aleta inferior derecha faltante, con evidencia que sugiere que esto se debió a un incidente en sus primeros años de vida.
Esta lesión potencialmente ocurrió durante su fase de eclosión, ya sea por un intento de ataque de un pájaro mientras se dirigía hacia el mar o por un depredador más grande, como un mosasaurio o un Xiphactipus.
Se estima que vivió unos 100 años, este Archeloop ischyros medía aproximadamente 15 pies (460 cm) desde la cabeza hasta la cola, medía 13 pies (400 cm) de aleta a aleta y pesaba nada menos que 4.900 libras (2.200 kg).
Viviendo hace entre 80 y 66 millones de años, los fósiles de estas magníficas criaturas fueron descubiertos en regiones de Dakota del Sur y Wyomig, donde se sumergieron bajo un mar poco profundo durante el período Cretácico tardío.
Su extinción podría relacionarse con una mayor depredación de sus huevos y crías en la base, además de un clima más frío, factores que otras especies de tortugas planearon sobrevivir debido a sus capacidades de termorregulación adaptativa.