Hoy es el día en que celebro mi cumpleaños, generalmente es un momento de felicidad, fiestas y estar rodeada de seres queridos. Sin embargo, incluso con toda la comida y la diversión, estoy pasando este día sola, lidiando con emociones de no sentirme lo suficientemente buena y de insatisfacción.
Los cumpleaños pueden generar el deseo de que todo salga perfecto: la fiesta ideal, los invitados ideales, la experiencia ideal. Pero en realidad, las cosas no siempre salen como uno planea, y hoy me encuentro celebrándolo en solitario. Es un pequeño recordatorio de que los defectos son parte normal de la vida y no restan valor ni importancia al momento.
Aunque no tenga a mis seres queridos a mi alrededor, comprendo que la verdadera felicidad no depende de factores externos. Se trata de vivir el momento, encontrar alegría en las pequeñas cosas y aceptarme como soy. Hoy, elijo centrarme en las cosas buenas de mi vida, en la sabiduría que obtuve de experiencias pasadas y en las infinitas posibilidades que me esperan.
Estar sola no significa que me sienta sola; es una oportunidad para la autorreflexión, la exploración y el desarrollo personal. Disfruto de cada bocado de la comida que tengo delante, reconociendo el amor y el esfuerzo que se han invertido en prepararla. Cada bocado me recuerda el alimento, tanto físico como emocional, que proporciona.
Mientras atravieso el presente con una mezcla de sentimientos, siempre tengo presente que ser imperfecto es simplemente parte de ser humano. Está bien aceptar la vulnerabilidad, reconocer los momentos de soledad y encontrar consuelo en la certeza de que hay días mejores en el horizonte.