Gio, una rescatista de animales de larga trayectoria y mujer de gran corazón, se apresuró a llegar a la mansión de la ciudad donde Blanquita yacía. Estaba profundamente impactada cuando recibió la llamada diciendo que esta pobre cachorra estaba al borde de la muerte.
Cuando finalmente llegó al lugar, su corazón se rompió en mil pedazos. Allí estaba Blanquita, tirada en la calle, sin fuerzas para mover su cuerpo.
Blanquita pasó días en la calle y, aunque su pasado es incierto, es evidente que sufrió un horrible accidente. Estaba gravemente herida y no podía usar sus patas traseras.
Además de todo eso, Blanquita tenía costillas rotas, un trastorno neurológico y estaba extremadamente anémica.
Pero, incluso en lo que solo puede llamarse el peor de los tiempos, nunca dejó de sonreír amablemente. Blanquita quería vivir, y ahora, con las personas adecuadas a su alrededor, tenía una razón extra: el amor.
Fue un largo camino hacia la recuperación, pero lo logró.
Gio levantó a la cachorra y la llevó a una clínica veterinaria. Blanquita estaba en estado crítico y necesitaba una transfusión de sangre inmediata.
Durante los primeros días, todo el equipo esperaba que pudiera soportar todo el dolor y atravesar la peor tormenta de su vida como una ganadora. ¡Cada minuto y cada segundo de su tratamiento contaban!
Unos días después, para suerte de todos, finalmente estaba fuera de peligro. Gracias a sus increíbles rescatistas, Blanquita logró sobrevivir y continuar la batalla desde un lugar más seguro.
Consiguió un hermoso hogar de acogida donde la cuidaron día y noche. Pero nunca dejó de recibir sus tratamientos. Durante los siguientes meses, Blanquita pasó por fisioterapia y masajes, ¡que le encantaban!
Incluso consiguió una silla de ruedas personalizada que la ayudaba a caminar y a moverse más fácilmente.
Cada vez que iba a la clínica, movía su cola y saludaba a todos con la sonrisa más dulce. Fue una chica verdaderamente resistente todo el tiempo, sin querer retroceder ni rendirse.
Eventualmente, después de doce meses de arduo y constante trabajo, Blanquita se recuperó de su trauma pasado y floreció en una maravillosa perrita.
A pesar de su trastorno, ahora vive la mejor vida posible, lejos de esa bolsa de basura y de la vida en la calle. Blanquita finalmente es feliz, ¡y se lo merece absolutamente!