Un grupo de personas de buen corazón vio algo en la fría y oscura medianoche que rompería el corazón de cualquier amante de los animales. Había un perrito hambriento corriendo entre las sombras. Sus ojos mostraban la tristeza y el dolor que experimentaba, y sus huesos se mostraban a través de su piel.
Al principio, el perro se mostró reacio a acercarse al grupo. Pero cuando se acercaron a él, entendió que estaban allí para apoyarlo. Tenía tanta hambre que intentó arrancarles una mano de un mordisco.
La pandilla no dudó en llevar al perro, ahora llamado Siroz, a la clínica para un examen completo. Para asegurarse de que estaba bien, se revisó todo.
A pesar de su difícil situación, Syrouz luchó por su vida y poco a poco se recuperó. Empezó a ganar peso y sus huesos empezaron a mejorar en sólo una semana. Estaba en camino de ser un perro feliz y saludable.
Notar que su fuerza aumentaba diariamente fue nada menos que un milagro. Su entusiasmo era contagioso y sus ojos tristes ahora brillaban de felicidad. Ha pasado de ser un perro deprimido y destrozado a ser un amigo alegre y adorable a medida que gana peso.
El progreso que hizo Cyrus complació al grupo. Estaban comprometidos a acompañarlo hasta el final, aunque sabían que su camino hacia la recuperación no sería fácil.
Fue muy alentador ver cómo cambió este cachorrito hambriento que estaba perdido solo en la oscuridad. Fue un recordatorio de que incluso las almas más heridas pueden encontrar curación con la cantidad adecuada de amor y cuidado.
La historia de Syrouz es una prueba del poder de la compasión y la buena voluntad de los extraños.